martes, 7 de julio de 2009

Pudores y agradecimientos

Ella me dice:
-¿Le has agradecido a Orsi que te dedicara “Ciudad Santa”?
Y me quedo como un boludo, porque nunca leo ni prólogos ni dedicatorias.
Recurro al libro y ahí está: “A Raúl Argemí, Carlos Balmaceda, Juan Ramón Biedma y Alejandro Gallo, por orden alfabético, como en los créditos cinematográficos”.
Entonces me pregunto qué habría hecho si lo hubiera sabido desde el principio. Difícil afirmarlo, pero... no sé si hubiera sido tan entusiasta en el elogio del libro. Cosas del pudor de barrio, supongo.
Por suerte no es más que especulación trasnochada, porque lo hecho, hecho está.
Lo que queda es dar las gracias. Por asociarme a tan buena novela y por sumarme a tan buena compañía. Con una línea media como esta me animo a hacerle partido a cualquiera.
Gracias, flaco, de todo corazón.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

La deuda era mía porque no te agradecí como debía tu presentación gijonesa en 2007, cuando a vos, a Gallo y al que suscribe nos barrieron de la carpa grande apenas cumplida la media hora y no hubo referí que nos diera cinco minutos adicionales de oxígeno.
Al "dream team" deberíamos sumarle una mina a la que Mambo, en su vergonzoso raíd por la Barceloneta, le tiró infructuosamente los garfios, no te parece? Y a uno que se quedó en el Mondongo, pa´que nos preste asistencia técnica y nos alegre la vida con sus "colibrises".
K.K.
(el lago, más trucho que nunca, con esta tremenda sequía...)

Anónimo dijo...

Desde el Mondongo gracias por el cachito de color que me toca.
Lamentablemente se murio Gabriel Bañez 58 escritor y responsable de cultura escrita en El Dia de La Plata.
Seguimos con la seca. Abrazos del tio R.

Fallarás dijo...

Ay, Mambo, Mambo... Mi admirada bestia desapareció sin dejarme noticia. Pero yo no pierdo la paciencia, y espero.

Anónimo dijo...

Un terrorista de los 70, visitó a los militares presos en Campo de Mayo

Reproducimos a continuación, las palabras pronunciadas por el Ex montonero Luis Labraña en el Penal de Campo de Mayo.

7 de Julio de 2009
Pabellón de detenidos, Campo de Mayo

“Si cada hecho histórico se vuelve intocable tras haber sido declarado por ley genocidio o crimen contra la humanidad, se está condenando a muerte la investigación histórica y, por ende, cristalizando la historia de una nación”.
Pierre Nora

Bueno, aquí estoy. Se preguntarán a qué vine, por qué vine. Vine a refrendar con los hechos las palabras que vertí en la presentación del libro Volver a matar del Tata Yofre.

Vine a demostrar que soy consecuente. Pero, vine fundamentalmente a conocer al otro y que el otro, en estos tiempos viscosos y de relativa paz, me pueda conocer. “Pensá siempre que, detrás de tu enemigo, hay un ser humano”.

El otro es aquel que nos mira, nos juzga y nos acompaña en la vida, en este haz de luz efímero que recorre la noche de la historia.

Y así, nos vamos yendo los unos y los otros, un poco antes, un poco de después, pero siempre dentro de los límites que Dios nos impuso.

No existimos el uno sin el otro. Somos omnipresentes en la Argentina de estos dos siglos. No podrán escribir nunca la verdadera historia si se continúa negando la verdad, por más dura y cruel que sea, y la importancia de la guerra de los 70.

Ayer nos enfrentamos. Hablo en forma personal, sin metáfora alguna. Nos enfrentamos los que estamos en esta mesa: ustedes y yo, con el mismo odio, con la misma pasión, en nombre de la Patria.

Muchos caímos, otros estamos libres y otros estamos presos. Pasaron más de treinta años y el rencor hizo nido en la memoria. Y ésta, tan frágil, tan emotiva y maleable, se adhiere a la conciencia popular como un hongo, un estupefaciente que hipnotiza e idiotiza. Y la idiotez tiene una capacidad de reproducción geométrica que no tiene la inteligencia.

Esta memoria fugaz y reproductiva que imposibilita la visión histórica de las últimas décadas fue instalada mediáticamente para sustentar la fábula del inocente y de los dos demonios.

Sólo existió un demonio al acecho y dos ángeles guardianes que combatieron entre sí en su profundo amor al país.

Es imposible luchar contra la popularidad de una memoria distorsionada. La utilización de la memoria es el instrumento, por excelencia, de las minorías autovictimizadas y exigentes en contraposición a la historia.

La memoria, como normativa de estudio del pasado, destruye la esencia de los valores históricos de un país, dificulta la construcción de una nación.
Esta historia fue contruída por nosotros. “La historia reúne, la memoria divide.”