Hay noticias que a uno lo sumergen en la meditación trascendental. Por ejemplo.
El ayuntamiento de Girona se decidió a modificar la ordenanza que preveía multas para quien no sacara a pasear al perro al menos 20 minutos por día.
El cambio está en que los técnicos no se ponen de acuerdo a cerca de cuánto tiempo necesita un pichicho para ser feliz, porque 20 minutos para un galgo de carreras es poco, y para un pequinés faldero una maratón. Por eso sacan lo del minutaje, pero queda la obligación y las multas, porque, está claro, el perro tiene derecho a cagar ¿y dónde quiere que lo haga, junto al televisor?
Entonces salgo a la calle y me viene lo de la filosofía existencial. A cada tanto me encuentro con gente juntando con bolsita, papelito o lo que sea, la mierda que su perro acaba de depositar sobre las baldosas; y me ataca una arcada.
Hoy, pensando en que la obligación de juntar la mierda de tu pichicho tendría que haber disminuido la cantidad de perros cautivos, y no ha sido así, concluyo que la gente quiere tener perro porque lo que le gusta es jugar con la caca, meterla en una bolsita y llevársela en el bolsillo.
Propuesta superadora: que los ayuntamientos siembren las veredas (aceras) con cacas varias para que la gente se realice juntándolas y se ahorren los gastos de mantener un perro.
El ayuntamiento de Girona se decidió a modificar la ordenanza que preveía multas para quien no sacara a pasear al perro al menos 20 minutos por día.
El cambio está en que los técnicos no se ponen de acuerdo a cerca de cuánto tiempo necesita un pichicho para ser feliz, porque 20 minutos para un galgo de carreras es poco, y para un pequinés faldero una maratón. Por eso sacan lo del minutaje, pero queda la obligación y las multas, porque, está claro, el perro tiene derecho a cagar ¿y dónde quiere que lo haga, junto al televisor?
Entonces salgo a la calle y me viene lo de la filosofía existencial. A cada tanto me encuentro con gente juntando con bolsita, papelito o lo que sea, la mierda que su perro acaba de depositar sobre las baldosas; y me ataca una arcada.
Hoy, pensando en que la obligación de juntar la mierda de tu pichicho tendría que haber disminuido la cantidad de perros cautivos, y no ha sido así, concluyo que la gente quiere tener perro porque lo que le gusta es jugar con la caca, meterla en una bolsita y llevársela en el bolsillo.
Propuesta superadora: que los ayuntamientos siembren las veredas (aceras) con cacas varias para que la gente se realice juntándolas y se ahorren los gastos de mantener un perro.
¡Qué me vas a contar!
Otra noticia, menos sorprendente que la anterior. Barak Obama prohibe que se muestren las fotos de sus compatriotas torturando prisioneros y, lo peor, rehabilita los tribunales militares para Guantamo, o donde sean necesarios, agrego yo. ¿Qué esperaban que hiciera? ¿La revolución socialista? Pues no, Superman nunca deja de cabalgar.