“Esta noche, la secretaría de Cultura local pondrá sobre el escenario del Coliseo Podestá La era de las cavernas. Se trata, nada más y nada menos, que la ópera rock compuesta por el cantante Héctor Vilche e interpretada por su banda: los Viejos Sucios y Feos -junto a varios invitados especiales-. La obra repasa, en un solo acto, los acontecimientos de la última dictadura militar: censura, desapariciones, Madres y Abuelas, complicidades, exilios, supervivencia, resistencia, Malvinas y el regreso de la democracia. Todo, desde las 21, en el teatro de 10 entre 46 y 47. La entrada, un alimento no perecedero para los comedores comunitarios.”
Parece un aviso más, pero fue apenas el cierre –transitorio- de una historia que pudo ser fea y no lo es.
“Flechita” Vilche era el más pibe de los presos políticos de Argentina, tan joven que todavía hacía como que se afeitaba. Se comió lo amargo como el mejor, una larga, muy larga pila de años, y luego siguió remando, ya con el pelo como le daba la gana y el rock atado a las manos.
Días atrás invitaba a los compañeros –no existe la categoría de ex compañero- al estreno de su ópera rock, y recordaba que, cuando estaba en la cárcel de La Plata, cantaba sin permiso. Cantaba en la celda y “Culito de goma”, un hijo de puta con carnet y uniforme de carcelero, irrumpía en el pabellón tratando de cazar al cantor. Nunca pudo identificarlo.
Tampoco pudieron los que llegaron después, por eso hoy Flecha –ya creció para no llamarlo Flechita- se da el gusto de cantar a teatro lleno, con un montón de ex presos haciéndole pata, mientras el recordado “Culito de goma” está en la cárcel por crímenes de lesa humanidad, que cometió cuando era parte de los verdugos que perseguían cantores.
Lo pongo con foto porque no es un héroe, no lo recibirá el presidente de Francia, ni le besará el ruedo a la Virgen de la Perinola. Lo pongo porque luego del estreno de La era de las cavernas, se emociona agradeciendo el cariño con que lo acompañaron y recuerda que:
Las Madres vinieron al camarín a saludarme y Nora Cortiñas me dijo: "los 30.000 desaparecidos están presentes y vivos en tu música", fueron los mejores premios. Me he reconciliado con la vida.
Parece un aviso más, pero fue apenas el cierre –transitorio- de una historia que pudo ser fea y no lo es.
“Flechita” Vilche era el más pibe de los presos políticos de Argentina, tan joven que todavía hacía como que se afeitaba. Se comió lo amargo como el mejor, una larga, muy larga pila de años, y luego siguió remando, ya con el pelo como le daba la gana y el rock atado a las manos.
Días atrás invitaba a los compañeros –no existe la categoría de ex compañero- al estreno de su ópera rock, y recordaba que, cuando estaba en la cárcel de La Plata, cantaba sin permiso. Cantaba en la celda y “Culito de goma”, un hijo de puta con carnet y uniforme de carcelero, irrumpía en el pabellón tratando de cazar al cantor. Nunca pudo identificarlo.
Tampoco pudieron los que llegaron después, por eso hoy Flecha –ya creció para no llamarlo Flechita- se da el gusto de cantar a teatro lleno, con un montón de ex presos haciéndole pata, mientras el recordado “Culito de goma” está en la cárcel por crímenes de lesa humanidad, que cometió cuando era parte de los verdugos que perseguían cantores.
Lo pongo con foto porque no es un héroe, no lo recibirá el presidente de Francia, ni le besará el ruedo a la Virgen de la Perinola. Lo pongo porque luego del estreno de La era de las cavernas, se emociona agradeciendo el cariño con que lo acompañaron y recuerda que:
Las Madres vinieron al camarín a saludarme y Nora Cortiñas me dijo: "los 30.000 desaparecidos están presentes y vivos en tu música", fueron los mejores premios. Me he reconciliado con la vida.