Leerse en otro idioma es como verse en los espejos deformantes de los parques de diversiones: uno no se reconoce, se siente otro. Esperaba con ganas la salida de “Penúltimo nombre de guerra” en Holanda, porque verme en italiano y francés no me costó tanto, pero no me imaginaba hablado en holandés.
Y bueno, al fin sucedió y no me veo ni en las comas, para exagerar un poco. Es cierto que Ámsterdam nos resulta más cercana que Soweto, y que uno tiene cierta relación familiar con el país de los molinos y los suecos de madera a través de las holando-argentina, esas vacas lecheras, blancas con manchas negras, que pueblan los campos criollos, pero… En fin, que el extrañamiento es grande.
Por eso cuelgo una muestra gratis. Con gran estupor del corrector automático de word -que quedó para el sicoanalista- me tomé el laburo de copiar el comienzo de la novela. Vea y compare.
Un par de datos complementarios: Allí se titula “Alias”, y el editor es Em. Querido´s Uitgeverij BV, de Ámsterdam. La traducción es de Dorotea Ter Horst y la foto de la contra del mendocino Michael Ronald Stallard, vecino de Barcelona.
Por cierto, no dudo de que la traducción es buena. En los contactos que tuvimos, vía mail, las preguntas de Dorotea eran muy inteligentes, y encerraban pocas dudas. O sea que… si algo suena raro, la culpa la tiene el del bombo.
UNO
Cualquiera que haya despertado en una cama de hospital, sin saber como llegó hasta allí, puede entender cómo me sentía.
Cualquiera que haya abierto los ojos a esa ausencia de dolor conque los analgésicos suprimen toda sensación de vida, sabe de qué estoy hablando.
Así desperté; sin cuerpo: apenas una conciencia que sobrevuela un pedazo de carne sin decidirse a aterrizar. Y para colmo, con los oídos invadidos por el cuchicheo de una pelea en voz baja y la sensación de que había visto un relámpago.
EEN
Wie ooit is ontwaakt in een ziekenhuisbed zonder enig besef hoe hij daar is beland, snapt hoe ik me voelde. Wie ooit zijn ogen heeft opgeslagen en die totale afwezigheid van pijn bespeurde waarmee pijnstiller ieder levensgevoel onderdrukken, wee waarover ik het heb.
Zo werd ik wakker. Zonder lichaam: een flard bewustzijn dat boven een homp vlees rondcirkelt en niet kan besluiten te landen. En tot overmaat van ramp werden mijn oten overlanden met fluisterend gebekvecht, en had ik het idee dat ik een bliksemschicht had gezien.
Y bueno, al fin sucedió y no me veo ni en las comas, para exagerar un poco. Es cierto que Ámsterdam nos resulta más cercana que Soweto, y que uno tiene cierta relación familiar con el país de los molinos y los suecos de madera a través de las holando-argentina, esas vacas lecheras, blancas con manchas negras, que pueblan los campos criollos, pero… En fin, que el extrañamiento es grande.
Por eso cuelgo una muestra gratis. Con gran estupor del corrector automático de word -que quedó para el sicoanalista- me tomé el laburo de copiar el comienzo de la novela. Vea y compare.
Un par de datos complementarios: Allí se titula “Alias”, y el editor es Em. Querido´s Uitgeverij BV, de Ámsterdam. La traducción es de Dorotea Ter Horst y la foto de la contra del mendocino Michael Ronald Stallard, vecino de Barcelona.
Por cierto, no dudo de que la traducción es buena. En los contactos que tuvimos, vía mail, las preguntas de Dorotea eran muy inteligentes, y encerraban pocas dudas. O sea que… si algo suena raro, la culpa la tiene el del bombo.
UNO
Cualquiera que haya despertado en una cama de hospital, sin saber como llegó hasta allí, puede entender cómo me sentía.
Cualquiera que haya abierto los ojos a esa ausencia de dolor conque los analgésicos suprimen toda sensación de vida, sabe de qué estoy hablando.
Así desperté; sin cuerpo: apenas una conciencia que sobrevuela un pedazo de carne sin decidirse a aterrizar. Y para colmo, con los oídos invadidos por el cuchicheo de una pelea en voz baja y la sensación de que había visto un relámpago.
EEN
Wie ooit is ontwaakt in een ziekenhuisbed zonder enig besef hoe hij daar is beland, snapt hoe ik me voelde. Wie ooit zijn ogen heeft opgeslagen en die totale afwezigheid van pijn bespeurde waarmee pijnstiller ieder levensgevoel onderdrukken, wee waarover ik het heb.
Zo werd ik wakker. Zonder lichaam: een flard bewustzijn dat boven een homp vlees rondcirkelt en niet kan besluiten te landen. En tot overmaat van ramp werden mijn oten overlanden met fluisterend gebekvecht, en had ik het idee dat ik een bliksemschicht had gezien.