miércoles, 2 de mayo de 2007

Le faltaron los ingleses


Hace un par de días un diario regaló en España el video donde el pibe Messi hace un gol calcado al de Maradona contra los ingleses, y lo titula “el gol de la Historia”. Está claro que exageran.
Porque el gol, es cierto, cuando uno lo mira provoca escalofríos. Esos escalofríos casi eróticos que bien conoce todo hincha de fútbol, porque es como asomarse al arte más desnudo, a la existencia de los dioses. Pero le falta el entorno, que hace a la diferencia.
El gol de “el Diego” fue contra Inglaterra. Y eso, para un argentino, no tiene precio. Pero, para completar la cosa, primero les había hecho un gol con la mano, a pura picardía. Y eso, para un argentino, tampoco tiene precio.
El viejo Borges, un ciego que muchas veces veía mejor que nadie, definió el ser argentino por su juego más popular: el truco. Trampa, astucia y picardía para “engrupir” o “correr de apuro” al contrincante; para ir más allá de lo que la suerte y las cartas nos auguran. Algo así -si me permiten el dislate, que los hinchas de fútbol somos lo que somos- como el empecinamiento de los héroes de la tragedia griega, que un día decidían cagarse en el destino, y se la rebuscaban para vivir su vida, más allá de los razonables “posibles”.
Por eso nos gustó el gol con la mano: “La mano de Dios”. Pero más nos gustó que, después, como para mostrar que sobraba talento, Maradona apilara contrarios como si fueran de madera, como si los ingleses hubieran ido al bar antes de entrar a la cancha.
Eso, nada más que eso, es lo que le faltó al pibe Messi. Por lo demás, fue calcado. El pibe es un fuera de serie. Uno en cien millones.
¡Ah! Y cambiando de palo. Que el FBI diga que me vigilaría si voy a los EEUU, me deja perplejo. ¿No tienen nada mejor que hacer, estos boludos? En fin, que no pienso ir, así que, tranquilos muchachos, sin alarma.