Acaba de filtrarse el sumario del caso Gürtel a la prensa. Para los que no están al tanto resumimos: una trama de corrupción a la argentino/italiana que relaciona desde el yerno del ex mandatario José María Aznar a la plana mayor de su partido, el Partido Popular, en Valencia, Galicia, Madrid. Castilla y León. O sea en las plazas fuertes de este partido de derecha.
Antes de la filtración, ahora ya se verá que inventan, los máximos dirigentes del PP, Mariano Rajoy (El Dudoso) y Dolores Cospedal (la que se diluyó de golpe) insistían en que eran una trama del gobierno de socialista para desprestigiar al partido. Lo decían, al tiempo de que trataban de descabalgar a Francisco Camps -número uno de Valencia y sostén de Rajoy- porque en su caída no buscaba dejarlos a un lado, como diría el tango, sino que se sigue colgando del partido como un salvavidas de plomo.
¿Todo esto empezó con la denuncia de que a Francisco Camps y sus allegados en el gobierno de Valencia, los corruptitos –parece chiste, pero a uno muy capo que se llama Pérez, lo conocen como El Bigotes, y exige que lo apoden Don Vito- les regalaron trajes, relojes carísimos, viajes, coches, fiestas... ¿a cambio de qué?
Bueno... un amigo valenciano se explica las cosas a la valenciana. Transcribo:
-Es una cuestión de corporaciones. Una corporación adentro de la otra, como las muñecas rusas, cuidándose y dándose por el culo mutuamente. ¿Qué dos? ¿Que tú eres tonto, o no tienes memoria?
(Recordé: hace unos años me habló de cierto dirigente que había sido obligado a casarse para dar perfil presidencial, porque esa no era su preferencia, y que estaba agarrado de las pelotas por los valencianos porque una vez, hacía mucho, había tenido cierto problema con la justicia, tal vez una denuncia, por corrupción de menores, y ya se sabe, en un partido conservador mejor no menearla.)
-Dos. La corporación de los políticos y la de las “mariquitas falleras”. ¡Que no todos los regalos fueron para comprar algo, tío! ¡Que también hubo amor!
Le pregunté si diría eso mismo públicamente y me contestó que ni loco. Que a cualquiera que diga algo parecido lo van a acusar de homofobia y fascismo. ¿Entonces? ¿Dejamos afuera parte de la trama, la del corazón?
-Mira –dijo, haciendo un gesto de resignación- esto es puro folklore de Valencia. Las mariquitas falleras siempre soñaron con tomar el poder; seamos democráticos...
Y se fue riéndose a carcajadas, el valenciano.
(VOCABULARIO: Se llama “mariquita fallera” al buen señor que vive con su madre y nunca muestra plumas pero que, para las Fallas valencianas –y sólo en ellas-, se viste de mujer, se pinta y sale a la calle a guiñar ojos a los vecinos del barrio de al lado. Tal vez ya sea una figura del pasado.)
Antes de la filtración, ahora ya se verá que inventan, los máximos dirigentes del PP, Mariano Rajoy (El Dudoso) y Dolores Cospedal (la que se diluyó de golpe) insistían en que eran una trama del gobierno de socialista para desprestigiar al partido. Lo decían, al tiempo de que trataban de descabalgar a Francisco Camps -número uno de Valencia y sostén de Rajoy- porque en su caída no buscaba dejarlos a un lado, como diría el tango, sino que se sigue colgando del partido como un salvavidas de plomo.
¿Todo esto empezó con la denuncia de que a Francisco Camps y sus allegados en el gobierno de Valencia, los corruptitos –parece chiste, pero a uno muy capo que se llama Pérez, lo conocen como El Bigotes, y exige que lo apoden Don Vito- les regalaron trajes, relojes carísimos, viajes, coches, fiestas... ¿a cambio de qué?
Bueno... un amigo valenciano se explica las cosas a la valenciana. Transcribo:
-Es una cuestión de corporaciones. Una corporación adentro de la otra, como las muñecas rusas, cuidándose y dándose por el culo mutuamente. ¿Qué dos? ¿Que tú eres tonto, o no tienes memoria?
(Recordé: hace unos años me habló de cierto dirigente que había sido obligado a casarse para dar perfil presidencial, porque esa no era su preferencia, y que estaba agarrado de las pelotas por los valencianos porque una vez, hacía mucho, había tenido cierto problema con la justicia, tal vez una denuncia, por corrupción de menores, y ya se sabe, en un partido conservador mejor no menearla.)
-Dos. La corporación de los políticos y la de las “mariquitas falleras”. ¡Que no todos los regalos fueron para comprar algo, tío! ¡Que también hubo amor!
Le pregunté si diría eso mismo públicamente y me contestó que ni loco. Que a cualquiera que diga algo parecido lo van a acusar de homofobia y fascismo. ¿Entonces? ¿Dejamos afuera parte de la trama, la del corazón?
-Mira –dijo, haciendo un gesto de resignación- esto es puro folklore de Valencia. Las mariquitas falleras siempre soñaron con tomar el poder; seamos democráticos...
Y se fue riéndose a carcajadas, el valenciano.
(VOCABULARIO: Se llama “mariquita fallera” al buen señor que vive con su madre y nunca muestra plumas pero que, para las Fallas valencianas –y sólo en ellas-, se viste de mujer, se pinta y sale a la calle a guiñar ojos a los vecinos del barrio de al lado. Tal vez ya sea una figura del pasado.)