Hasta puede ser una ella el Paseador de Perros, imagen ligada a la ciudad de Buenos Aires como el obelisco y Gardel.
No puedo afirmar que hayan nacido como resultado de la falta de trabajo, del amor a los animales, o que seam una tradición esotérica, más que medieval, nacida de sacar a mear al perro del alquimista para que no lo convirtiera en dragón o caca de gato por hincharle las redomas.
Lo cierto es que ahí van, oficialmente con un límite de 7 perros, pero ¿Quién sabe cuántas patas tiene un gato? Y los 7 pueden ser 12.
Puntuales como novios de otro siglo, pasan por la casa y recogen al “chucho”, que hasta se porta bien con tal de salir de joda. Y, lo crean o no, cada perro ocupa un lugar en la banda perruna. Innegociable. ¡Como los perros de los trineos de Jack London!
Claro, el/la Paseador de Perros, no pueden ir juntando las cacas de tantos culos imprevisibles. Bastante tiene con que no muerdan a nadie ni lo arrastren por el suelo.
Tal vez por esos las callecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo olfativo: de 11 a 14 carbón, parrilla y asado.
Tal vez por esos las callecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo olfativo: de 11 a 14 carbón, parrilla y asado.
De 15 a 18 las baldosas se calientan y sube el olor a caca. (Sospecho que lo marrón que asoma por debajo de las baldosas rotas no es tierra. Bueno… también puede ser la Historia, que huele parecido).
Después, desde la tardecita a cualquier hora, huele pizza.
Es la hora en que los perros se remueven en sus casas, soñando con la salida de mañana.
Es la hora en que los perros se remueven en sus casas, soñando con la salida de mañana.