Grafolito del Duraznero me escuchó como si oyera llover y dijo, con esa cara de gusano que pone a veces:
-No debe ser nada bueno, si lo ponen en francés.
Su contestación con una frase de tango venía a cuento de algo que me batieron por estos días: que nuestras conversaciones venían saliendo en el “blog” de un tipo que no conozco de nada.
Uno no es dado a las teorías conspirativas. Pero el espacio está lleno de satélites espías, las ensaimadas vienen con micrófono incorporado, y los aspirantes a la CIA son legiones. Así que, lo digo con la mano en el corazón, me preocupaba.
Pero Grafolito estaba exultante y poco dispuesto a darme bola.
-¡Pibe, por fin exportamos tecnología!
-No me jodas. Con el dulce de leche no hay caso porque engorda. El mate es demasiado amargo. El bolígrafo lo inventamos hace un kilo de años y ya se quedaron con las patentes. ¿Me querés decir qué nos queda para exportar? ¿Quilombos patrios?
-Sos un chauchón -dijo, despectivo- Pa´ que sepas, la cancha de Boca es Harvard.
Lo miré, me miró y, para aguantar hasta que quisiera largar el rollo, le mandé un chorro de soda al vermut, que acá te lo sirven puro, como si no fuera vino con octanaje peligroso.
-El que chupa y no convida tiene un sapo en la barriga- susurró con música de cumbiamba.
Así que metí el dedo y le arrimé un par de gotas. Grafolito más que un gusano es un amigo, y siempre es mejor morder el vidrio en compañía.
Carraspeó para entonarse y me puso en antecedentes
Resulta que los “barra brava” del fútbol de Buenos Aires exportan tecnología a los “barra brava” de toda América.
-Loco –dijo- se mandaron un congreso en Colombia para que los colegas aprendan a sacarle guita a los dirigentes, a los jugadores, y hasta a los vendedores de pizza y chorizos a la puerta de los estadios.
-Ah, que bien- dije, con cara de mala leche- Seguramente también los entrenaron en romperle la cabeza al que se cruce...
Me observó, preocupado de veras el Grafolito.
-¿Qué te pasa, viejo, con los alegres muchachos de la “12”? ¿Europa se te subió a la cabeza?
Como siempre que se pasa de la raya, le mostré el dedo de aplastar bichos, y me entendió a la primera, porque se puso explicativo.
-A mí también me parece un poco bestia, pero… el capitalismo es el capitalismo, el que no llora no mama y el que no afana es un gil.
-Será, pero con el fútbol no se jode.
-No se jode, pero este negocio ingresa dólares ¿me entendés? Los capos de las barras pesadas de todas partes hacen el doctorado en la cancha de Boca. Los muchachos van con los pitos, los bombos y las cachiporras a México y a Colombia, y les enseñan sobre el terreno todo lo que tienen que saber. Además…
-Se traen los bombos llenos de “merca”…
-Eso puede ser, llamalo intercambio cultural. Además, te decía, si tienen algún problema les chamuyan por Internet. ¡Si hasta música les venden!
Dijo, sorbiendo un moco lleno de emoción.
-¿Música?
-Sí, loco, música –dijo, conmocionado de fervor demente- La música de la cancha, los “cuartetazos”, con letras acomodadas para los manitos y los “colombia”; y en MP3.
Lo miré, me miró y pude ver como un brillo de sorna le asomaba en la jeta.
-Ah… -dijo- no te gusta. Cuando exportábamos “piscoanalistas” no decías nada. Te daba lustre. ¿Ves que sos un clasista falluto? Como los chochamus son grones y chorros (NdT: muchachos, negros, ladrones) los querés lejos y con desodorante pa´l sobaco. ¡Ya te voy a ver haciendo cáscara cuando aterricen por acá, para avivar a los gallegos! Lo importante es exportar ¡perejil! No sabés nada de economía.
No supe qué decirle. Es que seguía pegado con la milonga de que nos escuchen, nos publiquen y no nos paguen un mango. No hay derecho.
-No debe ser nada bueno, si lo ponen en francés.
Su contestación con una frase de tango venía a cuento de algo que me batieron por estos días: que nuestras conversaciones venían saliendo en el “blog” de un tipo que no conozco de nada.
Uno no es dado a las teorías conspirativas. Pero el espacio está lleno de satélites espías, las ensaimadas vienen con micrófono incorporado, y los aspirantes a la CIA son legiones. Así que, lo digo con la mano en el corazón, me preocupaba.
Pero Grafolito estaba exultante y poco dispuesto a darme bola.
-¡Pibe, por fin exportamos tecnología!
-No me jodas. Con el dulce de leche no hay caso porque engorda. El mate es demasiado amargo. El bolígrafo lo inventamos hace un kilo de años y ya se quedaron con las patentes. ¿Me querés decir qué nos queda para exportar? ¿Quilombos patrios?
-Sos un chauchón -dijo, despectivo- Pa´ que sepas, la cancha de Boca es Harvard.
Lo miré, me miró y, para aguantar hasta que quisiera largar el rollo, le mandé un chorro de soda al vermut, que acá te lo sirven puro, como si no fuera vino con octanaje peligroso.
-El que chupa y no convida tiene un sapo en la barriga- susurró con música de cumbiamba.
Así que metí el dedo y le arrimé un par de gotas. Grafolito más que un gusano es un amigo, y siempre es mejor morder el vidrio en compañía.
Carraspeó para entonarse y me puso en antecedentes
Resulta que los “barra brava” del fútbol de Buenos Aires exportan tecnología a los “barra brava” de toda América.
-Loco –dijo- se mandaron un congreso en Colombia para que los colegas aprendan a sacarle guita a los dirigentes, a los jugadores, y hasta a los vendedores de pizza y chorizos a la puerta de los estadios.
-Ah, que bien- dije, con cara de mala leche- Seguramente también los entrenaron en romperle la cabeza al que se cruce...
Me observó, preocupado de veras el Grafolito.
-¿Qué te pasa, viejo, con los alegres muchachos de la “12”? ¿Europa se te subió a la cabeza?
Como siempre que se pasa de la raya, le mostré el dedo de aplastar bichos, y me entendió a la primera, porque se puso explicativo.
-A mí también me parece un poco bestia, pero… el capitalismo es el capitalismo, el que no llora no mama y el que no afana es un gil.
-Será, pero con el fútbol no se jode.
-No se jode, pero este negocio ingresa dólares ¿me entendés? Los capos de las barras pesadas de todas partes hacen el doctorado en la cancha de Boca. Los muchachos van con los pitos, los bombos y las cachiporras a México y a Colombia, y les enseñan sobre el terreno todo lo que tienen que saber. Además…
-Se traen los bombos llenos de “merca”…
-Eso puede ser, llamalo intercambio cultural. Además, te decía, si tienen algún problema les chamuyan por Internet. ¡Si hasta música les venden!
Dijo, sorbiendo un moco lleno de emoción.
-¿Música?
-Sí, loco, música –dijo, conmocionado de fervor demente- La música de la cancha, los “cuartetazos”, con letras acomodadas para los manitos y los “colombia”; y en MP3.
Lo miré, me miró y pude ver como un brillo de sorna le asomaba en la jeta.
-Ah… -dijo- no te gusta. Cuando exportábamos “piscoanalistas” no decías nada. Te daba lustre. ¿Ves que sos un clasista falluto? Como los chochamus son grones y chorros (NdT: muchachos, negros, ladrones) los querés lejos y con desodorante pa´l sobaco. ¡Ya te voy a ver haciendo cáscara cuando aterricen por acá, para avivar a los gallegos! Lo importante es exportar ¡perejil! No sabés nada de economía.
No supe qué decirle. Es que seguía pegado con la milonga de que nos escuchen, nos publiquen y no nos paguen un mango. No hay derecho.