viernes, 19 de junio de 2009

Por la ficción hacia la realidad


Quizás usted leyó "Retrato de familia con muerta".

Tal vez me oyó decir por ahí que era una ficción construida sobre un caso real, la muerte de una mujer en un country de las cercanías de Buenos Aires.

Seguramente también dije que aún la cosa estaba en pañales y que al marido de aquella mujer, acusado de asesinato, lo habían condenado a unos años por encubrimiento (¿¿??).

Bueno, parece que la tortilla se dio vuelta. Cadena perpetua para el fulano a quien consideran culpable de asesinato con ayuda de una o dos personas más.

Sí, comienza a parecerse a "Retrato de familia con muerta".

¿Cómo, no la leyó? ¿Qué espera?

En fin, le paso un link para que se entere de primera mano. ¡Fresquitas las noticias, fresquitas!

lunes, 15 de junio de 2009

Dos y gratis

Si está en Madrid no lo dude, son gente de 10 puntos. De paso me les manda saludos.

Y otra cosa, porque lo prometido son dos:
Amigos, voy a estar en el Ateneu Barcelones, Canuda 6, el miércoles 17 a las 19,30 horas. Será una tertulia sobre, desde o alrededor de "La última caravana", apodada "Patefuá" y lo que salga al paso. Para entrar solo tienen que decir que yo los invité.
Espero que no me dejen solo, porque el Ateneu impone. Si pueden entrar en El Periódico del 14 verán la demostración de que me puedo comer hasta una lata. La foto acompaña ese artículo, pero fue tomada por Oscar, fotógrafo salteño afincado por estos pagos y salió antes en Qué Leer.

domingo, 14 de junio de 2009

Lechuguita para el canario


“La reina Isabel cantaba rancheras” es una novela del chileno Hernán Rivera Letelier, que narra el mundo romántico de varias señoras putas en los salitrales del norte. Salitre, vida dura y rancheras pueden hacer que cualquiera pierda el rumbo.
Pero no sé por qué hablo de eso si en realidad me estoy limpiando los mocos que se me han caído de la emoción ante el bello gesto de Su Majestad ante la crisis.
Isabel II, la mamá de Carloncho, como don Churchill en la II Guerra, decidió dar el ejemplo cultivando sus propias verduritas en el jardín del palacio. Dicen que para incentivar el ahorro entre los ingleses.

Tal vez sería mejor que chuparan menos en Barcelona, y con eso compraran sus verduras, digo yo, como si fuera el irlandés Jonathan Swift -el de Gulliver, no de los frigoríficos- que los tenía montados en un huevo, aunque él de chupar no se privaba. Un irlandés con eso no jode.
En fin, que se me caen las lágrimas y deliro: de golpe los verduleros, quinteros y hortelanos de Inglaterra, víctimas del ejemplo Real porque ya nadie les compra un rabanito, se descubren republicanos o hinchas de Boca y asaltan el Palacio de Invierno o la cancha del Chelsea, para hacer la reforma agraria.
No me lo quiero perder. Ya que con el seleccionado argentino no le ganamos ni a Disneylandia, hagamos la revolución un rato.