En las últimas horas asistimos al florecimiento de las “contradicciones del sistema”. EEUU, el abanderado del no intervencionismo y el libre juego de los mercados, interviene en el salvamento de un par de grandes, inmensas empresas.
Las bolsas de valores responden con alegría equivalente a la mufa que expresaron cuando las empresas se fueron a pique. Y los economistas siguen contándonos cuentos chinos, como si las bolsas de valores tuvieran algo que ver con la economía.
Resulta de maravillarse la fé que tenemos en el ánimo de las bolsas, cuando estaríamos más cerca de la realidad poniendo velas a San Cayetano, o practicando alguno de los innumerables ritos new wave.
Digámoslo de una puñetera vez: las bolsas son una timba, un casino con reglas tramposas. No tienen un pito que ver con la economía.
Cuando un operador tiene suficiente resto -digamos un George Soros- puede hacer subir o bajar el valor de cualquier empresa, o cualquier bono de estado, como se le da la gana. ¿Para qué? Para comprar otra vez en baja, que es lo que hacen los grandes. O para engrupir a los ahorristas chicos, cuando los papeles suben.
Tal vez Argentina no sea el ombligo del mundo, pero sirve como ejemplo. Cuando el país se iba, vertiginosamente, por las cloacas, la bolsa subía como espuma de cerveza.
¿Por qué los economistas profesionales nunca nos dicen esto? Sospecho que no les gustaría a quienes les pagan el pan, la mortadela y algunas cositas más. Son unos farsantes.
Es cierto… ¿quién es uno para ir en contra de la corriente? Nadie.
Por eso resulta educativo repasar la historia de George Soros, el operador que terminó, entre otros, con los afamados Tigres Asiáticos.
Para una primera mano alcanza con una punta, en esta dirección pueden dar con el tipo que tiene más claro cómo se juega en este juego de masacre, en el que los platos rotos los paga la gilada. Es decir: nosotros.
Las bolsas de valores responden con alegría equivalente a la mufa que expresaron cuando las empresas se fueron a pique. Y los economistas siguen contándonos cuentos chinos, como si las bolsas de valores tuvieran algo que ver con la economía.
Resulta de maravillarse la fé que tenemos en el ánimo de las bolsas, cuando estaríamos más cerca de la realidad poniendo velas a San Cayetano, o practicando alguno de los innumerables ritos new wave.
Digámoslo de una puñetera vez: las bolsas son una timba, un casino con reglas tramposas. No tienen un pito que ver con la economía.
Cuando un operador tiene suficiente resto -digamos un George Soros- puede hacer subir o bajar el valor de cualquier empresa, o cualquier bono de estado, como se le da la gana. ¿Para qué? Para comprar otra vez en baja, que es lo que hacen los grandes. O para engrupir a los ahorristas chicos, cuando los papeles suben.
Tal vez Argentina no sea el ombligo del mundo, pero sirve como ejemplo. Cuando el país se iba, vertiginosamente, por las cloacas, la bolsa subía como espuma de cerveza.
¿Por qué los economistas profesionales nunca nos dicen esto? Sospecho que no les gustaría a quienes les pagan el pan, la mortadela y algunas cositas más. Son unos farsantes.
Es cierto… ¿quién es uno para ir en contra de la corriente? Nadie.
Por eso resulta educativo repasar la historia de George Soros, el operador que terminó, entre otros, con los afamados Tigres Asiáticos.
Para una primera mano alcanza con una punta, en esta dirección pueden dar con el tipo que tiene más claro cómo se juega en este juego de masacre, en el que los platos rotos los paga la gilada. Es decir: nosotros.
Una cosa queda clara: si la intervención del Estado para salvar empresas sucede en Bolivia, Brasil o Argentina, los cuelgan de las pelotas. USA, como hace las reglas, también se las salta cuando quiere.
7 comentarios:
La vida es una contradicción. Como que un asesino, indultado, ande por el mundo hablando de moral y de buenas costumbres.
Y bueno...es la vida. Y es lo que hay...
A.L.A
Raúl, el que firma como A.L.A es Agustín Laje Arrigoni. Sé que el dato puede no intersarte; después de todo estás lejos y el puterío político doméstico-argentino puede ya no tener relevancia. Pero te lo cuento sólo para que tengas en cuenta la "calidad" de "gente" que te critica o, mejor dicho, te ataca. Con sólo poner su nombre en el buscador sabrás que se trata del cuasi jefe de propaganda de los reinvindicadores, no tan residuales, del Proceso.
Te mando un abrazo.
Manuel Baldomero
Hola Raúl, necesitaría contactarte para hacerte una pregunta sobre Antonio Di Benedetto. Si estás dispuesto a hablarme del tema, mi mail es gelnat@hotmail.com
Gracias y saludos,
Natalia
Raúl: francamente, me revienta compartir un espacio -sin importar su tamaño- en el que intervenga ese fulano Laje Arrigoni, quien si no asesinò o puso bombas con las 3A, antes de la dictadura geonicda, torturó y violó a los detenidos después y ahora pudre la vida de cuantos puede. Insisto, estos esbirros me indignan hasta lo más profundo. Pero si dejo de participar, estaré haciendo lo que esa gentuza, esa lacra, hez de la vida, la historia y la naturaleza, pretende que todos hagamos. Por eso, Raúl, aquí estoy, para decir algo claro, pero más que nada para respaldar tu blog ante este tereso.
Y voy al tema. Hace unos días, la presidenta se ufanó de que el primer mundo se está, por lo menos, agrietando y la Argentina aparece más o menos rozagante. Un noticiero de televisión saliò a preguntar qué opinaba del desplome en Wall Street y lo menos que recogió fue "me chupa un huevo" y "que se jodan los yanquis". Dijo tambièn la presidenta que quienes -FMI, la embajada yanqui, los popes de la economía, etc.- insistieron e insisten en liberar absolutamente los mercados argentinos y proponían la frase "menos gobierno, es mejor gobierno", de pronto y en medio del susto, están comprando empresas quebradas. Durante el tratamiento de la compra de Aerolíneas por parte del Estado argentino, empresa que fue vendida por Iberia a los Marsans por apenas un solitario dólar, luego de haber rematado sus propiedades inmuebles; de haberla vaciado llevándose a España los simuladores de entrenamiento y dejando los aviones a su suerte, hubo todo tipo de resistencia porque se estaba volviendo al Estado empresario. Antes, la misma presidente sugirió al democrático lobbista Zapatero y a su jefe, el lobbista Borbón, que revisaran las cuentas españolas, cuando un informe bancario también español calificó a la Argentina como de alto riesgo, lo que es cierto. Ahora bien: nuestro riesgo, sólo causaría, en caso de crack, daños internos, lo que vale tambièn para los inversores españoles, cuyos principales empresarios son banqueros, es decir, especuladores, no productivos, agiotistas.
No debiò decir eso la presidenta, es cierto. No hay que tirar piedras para arriba. Pero nada más que eso. Hoy, los diarios argentinos machacan con que el índice Merval, de la Bolsa de Valores de Buenos Aires, bajò ayer algo más del 5 (cinco) por ciento, lo que es una muestra del desastre. Lo que no se publica, es que el total negociado ayer en la Bolsa de Valores de Buenos Aires fue de unos 37 millones de dòlares, con lo que las pérdidas fueron de, más o menos, 1,8 millón de dólares, en su mayoría de financieras, parasitarias empresas de intermediación en la compra, venta y exportación de granos y carnes y apostadores a futuro en oro, dólar o euro. Esa es la mejor dimensión de la economía argentina, es poco más que indigente comparada con nuestro vecino Brasil y nuestro opresor yanqui, país este en el que no se informa el volumen dinerario de cada sesión de Wall Street, pues el tiempo no alcanza -y esto es real- para hacer el cálculo cotidiano. El de ayer, para nuestra bolsa, fue un día especial: superó en unos cinco a diez millones de dòlares más, al promedio anual. Y eso, porque los que juegan por medio de bancos y brokers bahameños en otras bolsas extranjeras, se desprendieron de papeles para evitarse problemas. Y algunos bancos estuvieron en esa actividad, también.
Como si fuese poco, el presidente de la Unión Industrial Argentina, Juan Lascurain, pedirá al gobierno que aumente (del 0,5 al 3 por ciento) la tasa que grava las importaciones. ¿Y La libertad de mercados? Los mismos empresarios que estaban contra las regulaciones del Estado, las están pidiendo para salvarse apelando al mercado interno.
Durante el gobierno de De la Rúa y estaba Cavallo como ministro de Economía, se hizo una reforma extraña -no recuerdo ya cuál era- de la que muchos dudaron si podría ser positiva. Pero ocurriò que al día siguiente, la Bolsa se mandò un repunte fenomenal e inesperado y los diarios lo destacaron afirmando que el empresariado apoyaba la medida. Se me ocurriò entonces averiguar el volumen de negocios y este anduvo por los 12 a 15 millones de dolares; era época de convertibilidad. Pregunté si era posible que la SIDE, Secretaría de Informaciones del Estado, depositaria de fondos secretos sobre los cuales no está obligada a dar cuenta y que depende de la presidencia de la Nación, podía intervenir, a través de personeros, en la Bolsa y hacer unas cuántas compras para hacer subir el índice. Y la respuesta fue que sí, que es posible hacer subir y bajar la bolsa, porque sólo hace falta un operador que realice las operaciones, dadas sus dimensiones reducidas. Y pregunté, ¿Si a Soros se le ocurriera hacer un desastre, comprando y perdiendo, podría? ¡Claro!, me dijeron. Sólo que no hay nada argentino que interese a Soros, más allá de los commodities. Es poca plata, al fin de cuentas.
Somos una mota de polvo y quizás por eso, no vayamos a sufrir mucho. O, mejor, no deberíamos sufrir mucho. Ahora dependemos de la voracidad de los empresarios seudo liberales para saber cuál será el futuro de nuestras jubilaciones. Y si, Raúl, la bolsa es una timba y no más que eso. Abrazo fuerte y dejá que los teresos huelan, son para eso. flaco galván
es hora de aclarar, los eqivalentes a Tereso son: sorete, pedazo de mierda, escremento y algunos etc. mas. saludos, Rodolfo.
Estimados, es patético leer como intentan defender lo indefendible. Aregemí en sus letras es inatacable. Argemí asesino, preso, juzgado, condenado, indultado y huído...es in de fen di ble..como indefendible es toda la locura asesina del Ptr Erp....
A.L.A
Argemí: sólo pasaba por aquí después de terminarme (casi es una coincidencia) "Los compañeros", esa primera novela de Rolo Diez, usted lo conoce. Y me encuentro con ese Laje Arrigoni de entradita. Qué decir. Sólo que como lector vuestro (soy uno de esos insectos llamados Estudiantes de Literatura en Universidades Norteamericanas) no esperaba la participación de esos veletas en esta página.
Atte.,
Cristián Gómez O.
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