jueves, 15 de octubre de 2009

Un dolor de huevos


Hay que reconocer que Maradona tiene talento. Fue el mejor jugador de fútbol de la historia, hasta ahora, y seguramente será el peor técnico de la historia. Por lo demás, su exabrupto -que finos nos ponemos últimamente para definir un rebuzno grasa (hortera)- será festejado por unos cuantos y condenado por un montón. Este quía, que de burradas de esta clase se ha mandado varias, y luego se ha querido patear las muelas, sostiene -aunque no siempre cumpla- que hay que mantener el estilo. Que a cierta edad ya no se le puede echar la culpa a las malas compañías, o al origen de clase, para comportarse como un guarango. ¿Por qué? Porque revela nuestra propia inseguridad, y un mal gusto para vivir que mejor declararse mudo.
Uno, puesto a sospechar que es lo que mejor le sale, piensa que la culpa es de Salvador Bilardo, el tipo más sucio que hubo y habrá en el fútbol argentino y un sicópata fulboso de cuidado. Como su número dos le pudrió la neurona a Maradona; y ahí tenemos el resultado. ¿En qué me baso? En el olfato, pongamos, mire...
Y otra cosa, respecto de las mariquitas falleras. El tema no son las preferencias sexuales, que en ese terreno cada uno es dueño de hacer de su culo un pito o viceversa. El tema es la cuestión de estilo. Como dice un amigo que se decidió hace rato por el mismo palo: mariconadas las menos posibles, el ridículo acecha en cada gesto.
Los cuellitos mariposa -se llamarán así- tan pijos (chetos) ellos, los relojitos de 20.000 euros para lucir quien sabe cuándo, las fiestitas que te regalo y toda esa parafernalia de reinas del carnaval, los llantos cuando tus colegas te cuelgan de la palmera, no me parecen de estilo ni para los ladrones. Exijo que roben con cierto señorío y guardando las formas. Es evidente: soy muy fascista.
Ah... Maradona. Qué ganas de perderlo y no encontrarlo más nunca, como dicen los boleros; con tatuaje y todo. La selección argentina es un dolor de huevos.