Vengo con atraso, pero decidido a poner este blog al día, cueste lo que cueste. Así que empiezo por el 14 de abril. Me tocó una maratón. El 14 hicimos mesa redonda con Juan Madrid, Andreu Martín, Mercedes Castro y el imponderable Paco Camarasa. Esto fue en la escuela “Manuel Besteiro”de la UGT (Unión General de Trabajadores).
Esta gente hace todo lo que puede por la cultura y creo le devolvimos su plata, con las ideas de siempre y alguna inédita.
En la escuela, un inmenso caserón en torno a también inmenso jardín, hay tres magnolios gigantes regalos de Eva Perón. Ojo, eso antes era escuela del Ejército franquista. Algo se avanza.
El 15 desarrollé mi “tesis” sobre la novela negra como novela social del siglo XXI, en la primera de tres jornadas organizadas por la Universidad de León.
Hay que ver las cosas que están pasando. Unos pocos autores y un centenar de expositores universitarios que se toman en serio la novela negra. Atentos al hecho, porque nunca antes había sucedido.
El 16 hice un viaje relámpago a Gijón, hospedado por Alejandro Gallo, novelista y jefe de policía de esa ciudad. Por supuesto, aproveché para enterarme de cómo viene este año la Semana Negra. Adelanto: sobre la playa y más reducida.
Al fin, el 17, Gallo y yo, con las provocaciones intelectuales de Javier Otaola, que aceptó jugar de abogado del diablo, hicimos lo posible por no dormir a los desconcertados de Vitoria que concurrieron a nuestra charla.Me quedé con las ganas de ver la fábrica de naipes de Heraclio Fournier, ahora me dicen que en manos yanquis. Y tampoco me pude acercar a Orbiso, el pueblo donde nació mi abuela Benita. Otra vez será.
Esta gente hace todo lo que puede por la cultura y creo le devolvimos su plata, con las ideas de siempre y alguna inédita.
En la escuela, un inmenso caserón en torno a también inmenso jardín, hay tres magnolios gigantes regalos de Eva Perón. Ojo, eso antes era escuela del Ejército franquista. Algo se avanza.
El 15 desarrollé mi “tesis” sobre la novela negra como novela social del siglo XXI, en la primera de tres jornadas organizadas por la Universidad de León.
Hay que ver las cosas que están pasando. Unos pocos autores y un centenar de expositores universitarios que se toman en serio la novela negra. Atentos al hecho, porque nunca antes había sucedido.
El 16 hice un viaje relámpago a Gijón, hospedado por Alejandro Gallo, novelista y jefe de policía de esa ciudad. Por supuesto, aproveché para enterarme de cómo viene este año la Semana Negra. Adelanto: sobre la playa y más reducida.
Al fin, el 17, Gallo y yo, con las provocaciones intelectuales de Javier Otaola, que aceptó jugar de abogado del diablo, hicimos lo posible por no dormir a los desconcertados de Vitoria que concurrieron a nuestra charla.Me quedé con las ganas de ver la fábrica de naipes de Heraclio Fournier, ahora me dicen que en manos yanquis. Y tampoco me pude acercar a Orbiso, el pueblo donde nació mi abuela Benita. Otra vez será.
La foto es de Vitoria.
3 comentarios:
Otra vez al ruedo.
Salud Argemi. Rodolfo.
Saliste bien en la foto del jonca. Chau.
¿Y qué tal con Mercedes Castro?
Pasamos un buen rato debatiendo sobre la novela negra, sus posibilidades como novela social y su tradición moralista.
Javier Otaola
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